lunes, 20 de agosto de 2012

Otro año más...




Podía haber titulado esta entrada como "annus horribilis", pero eso ya nos sonaría a todo lo que además tenemos encima, y ya nos desborda. Esta vez la referencia la hago a que es otro año más que sufrimos la plaga inacabable de los incendios forestales, otro año más a sumar a la incompetencia e insensibilidad ya manifestada de una administración que no es capaz o más bien no quiere serlo, de ver más allá de sus intereses electoralistas donde la razón de estado que les asiste en su papel de gestores del bienestar de los ciudadanos, se impone al estado de la razón del bien común.
 los muchos, demasiados e intolerables despropósitos que sufrimos, se le añade el abandono a su suerte de una naturaleza cada vez más castigada y por ende, necesitada de protección más que nunca antes las constantes agresiones que sufre día a día. Los incendios forestales son la parte más visible de ello, la más terrible por su alcance y devastación. Este año que va camino de alcanzar su último tercio, nos está acongojando el alma con el despliegue de horror que llevamos constatado, máxime si tenemos en cuenta que muchos de ellos se están produciendo en lugares no sólo emblemáticos, sino de altísima sensibilidad por su excepcional valor ecológico, Doñana, Garajonai, Sierra de Gata, Cabañeros, La Garrotxa, etc, etc. Y van muchas más hectáreas calcinadas que en 2011. 


Si nos plantamos ante un mapa de España y los ubicamos nos daremos cuenta que su distribución no respeta casi ningún rincón de suelo “patrio”, desde Cataluña a Extremadura, de Andalucía a la Comunidad Valenciana y de ésta a Galicia, sin olvidar por supuesto al sin igual tesoro de Canarias. Otro tanto ocurre si queremos valorar los diferentes ecosistemas que está arrasando, bosques mediterráneos, atlánticos, laurisilva o del Pirineo. Se nos va la vida, porque esto no otra cosa que vida, “como el agua vertida en un canasto”. 


Los sufridores directos de este castigo, además de la fauna y la vegetación que es arrasada, sin duda son sus pobladores humanos, que verán mermados sus recursos vitales de agua, tierra fértil, madera, caza, frutos, pastos, ganado… Pero también los indirectos, turismo, paisaje, economía asociada, etc, en otras palabras, FUTURO. Pero, ¿quién valorará la tristeza, la desilusión, la angustia, la impotencia ante tanta sin razón, la pérdida irreparable de sus valores más profundos arraigados como las raíces de sus árboles ya muertos, el exilio del alma?. Nada importa a este sistema económico expoliador, porque nada de ello cotiza en bolsa. 


Antes tanta ignominia, ante tanta desolación cabe una única pregunta que debe estar atronando nuestros montes, nuestros bosques, ¿quién o quienes son los responsables?, la respuesta es dura, y quizás no guste a muchos, los responsables somos TODOS. Obviamente, gradual en esta atribución, cada cual debe hacer su propia reflexión al respecto. Y me explico. La administración es la ejecutora de las medidas pero no olvidemos nuestro papel como electores en esta democracia que día a día, están dinamitando ante nuestros ojos. La razón que asiste a los intereses economicistas a los que sirven los gobernantes que hemos elegido es la causa, este desastre plasmado en la constante destrucción de nuestro patrimonio natural es el efecto. Entre ambos estamos nosotros, la sociedad civil, y nuestra responsabilidad es actuar, no la desidia, ni el adormecimiento neuronal que nos inoculan día a día.


El incivismo que campa por doquier, no es sino fruto del escaso esfuerzo educativo que se ha dedicado a su erradicación. La educación en valores claves es la llave de todo, y por supuesto del respeto y la sensibilidad hacia algo tan fundamental como es la conservación de la naturaleza. De su ausencia parte el desprecio, la insensibilidad y finalmente el descuido, esa es la verdadera llama que prende el bosque. Desprecio, insensibilidad o descuido que se ven reflejados y alimentados por el mismo que demuestran algunas administraciones, cuyo resultado es el que estamos teniendo ahora.  No creo necesario mencionar el papel de los intereses oscuros que sobre el territorio se mueven, eso merece un capitulo propio, donde valor y precio confunden a los necios, como diría el gran Antonio Machado, ante la pasividad de la mayoría, añado yo .


Los recortes se ceban con el fruto de ese coctel tremendo de indiferencia social, ignorancia y pérdida de valores. Si una sociedad sabe demandar lo que de verdad es valioso y esencial para su futuro, la casta política que gobierna no tendrá otra opción que escucharla, la que tenemos sabe muy bien que sólo unos pocos lo gritamos, gritos que se diluyen en el imponente volumen de gargantas gritando goles. Ojala algún día seamos más aquellos que éstos.

Mientras, enredados en el juego de la muerte, centenares de bomberos, agentes forestales y ciudadanos responsables sólo pueden oír el lamento de millones de árboles cayendo ante sus impotentes ojos. Pero para eso están los recortes, para recortar decibelios donde “sobrán”…


¿Seremos algún día una mayoría consciente la que consigamos cambiar todo esto?

Por cierto, los recortes aprobados en junio pasado por el Consejo de Ministros, supusieron una reducción del 20% de la inversión en dotación contra incendios en Parques Nacionales..., del resto que responda cada CCAA.




  

2 comentarios:

  1. Pues realmente es así, el poco esfuerzo educativo abandonado ya desde hace tiempo, que son los pilares de este sistema, el de ahora y el del futuro. Esto junto a la dirección de unos poderes que muestran indiferencia total en materia de protección, pero sí encausados por sus intereses políticos y económicos, todo esto forma un cóctel muy peligroso, al que hay que poner remedio a tiempo. Algún día lo cambiaremos esperemos que sí, aunque sea una cuarta parte, pero como díces debemos gritar y muy fuerte.

    Muy bien por abrirnos los ojos a través de tus sabias palabras

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